jueves, 20 de noviembre de 2008



Situación de las poblaciones al margen del Río Guadalquivir. Sus nombres en época romana, árabe y actualmente.

De Al-Mudawar al-Sadif a Peñaflor: Nuestra historia olvidada

Existen aún miles de preguntas que hacernos sobre nuestro presente, pasado y futuro.
Suelen ser éstas cuestiones existenciales las que en muchas ocasiones mueven al mundo, haciendo al ser humano buscar respuestas continuamente, investigar, filosofar, pero sobre todo intentar descubrir de nuevo aquella información olvidada en un rincón del pasado, pero que hoy puede llegar a ser más importante que cuando suponía la representación del presente.
Ésta afirmación, junto con el sentimiento de identificación con mi pueblo me lleva a veces a arañar en la inmensa pero emborronada cantidad de información sobre la historia de Peñaflor.

Quizás con este artículo pueda ayudar a iluminar una parte de nuestra historia no muy conocida, o al menos olvidada; pero sobre todo mostrar al ciudadano de a pie un fragmento de la riqueza histórica de Peñaflor.

Nuestro pueblo, por su privilegiada situación geográfica, siempre ha sido ansiado lugar estratégico entre dos de las ciudades más importantes del mundo a lo largo de la historia, las actuales Córdoba y Sevilla.
En cualquiera de las épocas a las que nos refiramos, nuestra cercanía al Guadalquivir y a la vez a las rutas de comunicación más relevantes, han hecho que esta zona sea tenida muy en cuenta por las civilizaciones que la poblaron.

Una reputación bien sabida es la que poseía Peñaflor en época de la Hispania romana, siendo un eje importante del comercio fluvial de aceite y cereal, desarrollando una rica y próspera ciudad de Celti cuyos restos aún hoy perduran en “la Viña”.
Tras la ocupación romana de estos lares, los pueblos bárbaros del norte se asentaron en nuestro territorio e hicieron su capital a Sevilla.
Los Visigodos sucederían la hegemonía romana, pero por poco tiempo:
La antigua Híspalis romana, la Spalis hispano-visigoda, fue sitiada por el pueblo musulmán de la mano de Muza en la primavera del año 712; resistió un mes; mas hubo de capitular. El trato de la capitulación no humilló demasiado a los vencidos, pues la mayor parte de la población vio con simpatía a los conquistadores, especialmente la de origen hispano-romano y judía, que siempre se sintió mortificada por los visigodos.

Es precisamente entre las épocas de ocupación romanas y cristianas de nuestro pueblo donde se pierde la pista de los que una vez pisaron la misma tierra que nosotros.
Pero desenterrando del polvo la fabulosa cultura árabe de Al-Ándalus encontré los primeros trazos de lo que fue Peñaflor “antes de serlo”:

En principio salió a la luz la pertenencia a la Cora de Córdoba, cuando ésta era la capital del fastuoso reino Omeya, y el vasallaje de las tribus árabes y bereberes que ocupaban todo el territorio. En concreto, en esta zona de Peñaflor y Palma del río (Balma) se asentaba la tribu de los “Al-Sadif” que dominaban las fértiles tierras desde Al Mudawar (Peñaflor), colindante con Shant Filat (Setefilla) y Lawra (Lora del Río).

Pude situar nuestro enclave gracias a la detallada descripción del camino desde Córdoba a Sevilla que Abderramán III recorrió con su séquito para el sometimiento de este reino al primero:

Sobre la situación de Mudawar al-Sadif (= Almodóvar de los Sadif)
"Y salió de Córdoba de noche con sus compañeros y viajaron toda la noche, llegando al amanecer al castillo de Shant Fila [= Setefilla-Lora del Río], que es vecino de al-Mudawar al-Sadif y en el Ibn Layt al-Arif. Al solicitar hospedaje, éste lo recibió con marcada deferencia. Coincidió que la casa del bereber Tamanshaka, que residía cerca del lugar, se hallaban los hermanos de Ibn Gálib."
Ibn Rayyán, Muqtabis, Antuña, p. 84.

Y este otro de una obra de Al-’Udri, Fragmentos geográficos... pp. 108 y 109 del texto árabe.
"El camino de Córdoba a Sevilla: de Córdoba hasta Mudawar al-Ádna [= Almodóvar del río] una etapa de camino [sakat = 21 km]; desde ella hasta Ambassar [= Bembezar] otra etapa; y desde ésta hasta Shant Turrush otra distancia igual (Sakat). Desde ésta hasta Qarya Bassayr otra etapa (sakat); desde ella hasta Manzil Aban [= la Rinconada?] otra etapa y de aquí a Madina Sevilla otra etapa (sakat)."
Por el camino de las caravanas (‘al-Rifaq): De Córdoba hasta Mudawar al-Sadif una parada (mahalla); desde ésta a Qarmuna otra y desde Carmona a Sevilla otra etapa ("Mahalla"): en total 90 millas."
Las mediciones sobre el mapa son asombrosamente exactas. Os invito a comprobarlo.
Pero donde mi fascinación alcanzó su cúlmine fue en la publicación “Andalucía musulmana” del autor Antonio Arjona Castro donde se recogen los diezmos (pagos) de los diferentes distritos y aldeas de Córdoba:
“…64 aldeas (qaray), de las que pagan diezmos (…) en trigo: 17 almudes y 10 cahices. Cebada: 300 (en blanco)…
Impuesto numerario para el ejército:2472 mizcales.
Iqlim al-Sadif (Peñaflor, cabeza de distrito y probablemente llamada en periodo musulmán Mudawar Al-Sadif.
También en un acta de registro de los distritos (iqlim) sobre sus torres (buruy), aldeas (qurà) y castillos (husun):
Iqlim: Al Mudawar Al-Ádna (Almodóvar del Río) = 90 aldeas.
Iqlim: Lawra (Lora del Río) = 3 castillos, 74 aldeas y 16 torres.
Iqlim: Al Sadif (Peñaflor) = 8 castillos, 8 torres y 18 aldeas.
Dentro de estas propiedades estaría el Castillo de Anaflor, y los castillos de Almenara y Toledillo.

Como podemos comprobar nuestro pueblo volvió a su antiguo auge y se consolidó como un eje económico y social del reino.
Al final de la etapa de ocupación musulmana es probablemente cuando tornó Al-Mudawar en su actual nombre, cuando los cristianos en la reconquista se hicieron con la posesión del pueblo donde se contaba la historia de dos mártires (Críspulo y Restituto) que murieron en manos de los seguidores de Mahoma, y que de la sangre que derramaron sobre una roca brotó una flor blanca: hecho milagroso que encumbró a la fé cristiana en nuestro pueblo y finalmente nos otorgó su nombre, Peñaflor.

Lorenzo Parra Domínguez (Revista Almenara, nº 29. 2008)

"Las grandes almas tienen voluntad; las débiles sólo tienen deseos"

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Irremediablemente sí, pues si no lo fuéramos nunca hubiésemos salido de una cueva para comprobar que a quien reflexiona, el mundo le pertenece.
Y será un mejor ser humano en cuanto se da más cuenta que somos solo una insignificancia en medio de un todo que es la vida, la tierra y el universo.